Aristocráticos pero sin dinero, los Veradada tienen que recurrir a los préstamos del comerciante libanés Jalil, cuyo hijo Selim, sufre los desprecios de Marta, la despilfarradora hija de los Veradada. Al ser invitados a la hacienda de don Guillermo, Jalil, su esposa Suan y Selim son objeto de burlas y desprecios. Finalmente, la trabajadora familia libanesa pone en su lugar a los ridículos familiares de don Guillermo.