Roberta y Guido están estresados. Por ello han decidido pasar un fin de semana en un balneario muy especial. El centro está atendido por una serie de señoritas muy simpáticas y abiertas, especialmente de piernas, como pronto descubrirá Guido. Para relajarse, la pareja visitará a Caterina, la fisioterapeuta, famosa por sus masajes... vaginales. Roberta recibe la visita del médico, quien le pone una "inyección" con su descomunal "jeringuilla" que la va a dejar muy relajada. Madame Claude, la dueña del balneario, sabe perfectamente lo que hay que hacer para tener contentos a sus clientes.