Miguel, un hombre corriente, es secuestrado sin saber por qué. Su pesadilla empieza cuando despierta en un zulo y comprueba que no se trata de un error. Sin ninguna posibilidad de negociación ni trato con los dos encapuchados que lo vigilan, comienza para él un proceso de resignación y de lucha por la supervivencia, primero física y después psicológica.