Cuando Fujita, un pintor japonés expatriado, viene a denunciar la desaparición de Margaux, su modelo favorito, Louise es la primera en comprender que Celeste no es un caso aislado. Ahora se enfrentan a un asesino en serie que disfruta de jugar varios días con sus víctimas antes de matarlas. Eso significa que Margaux puede estar viva. Sin tiempo, Louise decide acercarse a Ketoff corriendo el riesgo de ser descubierta. Mientras tanto, Antoine, que ahora utiliza el nombre Valbonne, se sumerge en una extraña relación con la señora Vandel, una rica mecenas. Ella admira sinceramente su talento pero continúa proporcionándole las drogas que él dice que necesita para pintar.